Banco Mundial de Semillas

17.07.2014 21:09

También conocida como “La Bóveda del Fin del Mundo”, los cultivos que aquí se almacenan podrían evitar la desaparición de la humanidad en caso de que sucediera una catástrofe global. Está situada en un archipiélago noruego, muy cerca del Polo Norte. Los científicos depositan su carga en su bóveda, la instalación está diseñada para evitar la extinción de esas plantas, muchas de ellas esenciales para la alimentación.

Aquí conviven semillas de todos los rincones del planeta, vienen de distintos países sin importar su lugar de origen, lo importante es su conservación y que ninguna especie desaparezca. Por eso los expertos se han ubicado en un lugar con condiciones muy especiales, en la ladera de una montaña en Svalbard, en una isla cercana al Polo Norte. Debido a las frías temperaturas, las semillas podrían sobrevivir varias décadas sin electricidad en la bóveda.

Construido a 120 metros de profundidad en una montaña de piedra arenisca en la isla de Spitsbergen, este proyecto noruego esta dividido en tres almacenes y hay capacidad para 2.000 millones de semillas, que sólo serán extraídas en caso de que se hayan agotado o se destruyan; mientras tanto se conservarán a 18 grados bajo cero en cajas de aluminio cerradas herméticamente, lo que garantiza una baja actividad metabólica y un perfecto estado de conservación durante siglos.

La bóveda es impermeable a la actividad volcánica, los terremotos, la radiación y la crecida del nivel del mar, y en caso de fallo eléctrico, el permafrost (capa de hielo permanentemente congelada) del exterior actuará como refrigerante natural. La ubicación a 130 metros (430 pies) sobre el nivel del mar asegurará que el suelo esté seco, incluso si aumenta el nivel del mar por derretimiento de los hielos polares.

"Estas variedades son supervivientes, son las que nuestros ancestros consideraron que valía la pena salvar. Creo que sería difícil contar la historia de la humanidad sin hacer referencia a lo que hay en esa sala” explica Cary Fowler a la cadena británica. Este agricultor diseñó el banco de las semillas y actualmente es el responsable de su consejo asesor y asesor ejecutivo del Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos. https://www.compromisorse.com

LA CARNE CULTIVADA, UNA ALTERNATIVA YA EN EL MERCADO

La carne in vitro es una posible alternativa ética y sostenible, no tanto porque los veganos puedan comer carne, sino en pro de la seguridad alimentaria mundial, así como para frenar las emisiones responsables del cambio climático. Aunque todavía no forma parte de nuestra vida cotidiana, pronto podría empezar a hacerlo.

Actualmente son numerosos los laboratorios que están obteniendo interesantes resultados en su fabricación, lo que significa que tienen la apariencia, el sabor y las propiedades de la carne que todos conocemos. En algunos casos incluso está comercializándose, como ocurre con la carne artificial de pollo de Beyond Meat, distribuida con tremendo éxito en Estados Unidos por la famosa cadena Whole Foods.
Otro ejemplo es el proyecto de creación de una hamburguesa artificial a partir de células madre obtenidas de animales de granja por la Universidad de Maastricht en los Países Bajos. Ante la imposibilidad de seguir con el modelo de ganadería intensiva en las próximas décadas, se buscan alternativas que sean aceptadas por el consumidor, lejos de curiosas propuestas nada populares como la ingestión de insectos o pasarnos al veganismo en masa.

En 2050, a consecuencia del incremento poblacional se espera que el consumo de carne se multiplique por dos, lo que también duplica la gravedad del problema. Aunque el futuro es incierto, la carne artificial ya es una realidad, si bien todavía no existe la producción industrial a gran escala, al tiempo que quedan muchos interrogantes acerca de su mayor o menor idoneidad para el consumo humano. Si se cumplen los pronósticos de los científicos holandeses, la creación de carne artificial a partir de células madre de res, pollo o cordero acabará siendo algo normal.

https://www.ecologiaverde.com

CÓDIGO DE NÚMERO EN LOS HUEVOS

El etiquetado de huevos corresponde a un código de números rojos que se graba en la cáscara de los huevos. Es una norma que rige en muchos países. A pesar de ser un código más, esconde mucha información sobre la manera en que ha sido producido, su código identificador y hasta el país del que proceden.

El primer número indica la forma de cría de las gallinas: el "0" significa que provienen de gallinas libres y alimentadas a base de piensos ecológicos, el "1" indica la proveniencia de gallinas camperas, es decir, libres y alimentadas con piensos naturales; los huevos con el número "2" son gallinas que han sido criadas en grandes naves, hacinadas horizontalmente; finalmente, aquellos huevos que tienen un "3" como primer número provienen de gallinas hacinadas verticalmente, en jaulas.

En el supermercado, lo más habitual es encontrar huevos de gallinas criadas en jaulas, en lo conocido como hacinamiento vertical. En muchos establecimientos directamente no disponen de huevos ecológicos, con los dígitos 0 ó 1 grabados en la cáscara.

Las dos letras siguientes indican el país en el que han sido producidos; a continuación, los números corresponden a la Provincia y el Municipio donde se encuentra la granja; y finalmente, el resto de números pertenecen al código de identificación del productor.

El mayor porcentaje de estas aves está criada habitualmente, de forma intensiva. Las gallinas viven enjauladas y hacinadas en condiciones artificiales, lo que les produce diversas enfermedades y sufrimiento. Para la ONG, Compasión in World Farming (CIWF), es una situación indeseable, por lo que han pedido a los consumidores "que exijan huevos de gallinas camperas, que viven en condiciones dignas".

sabernatura.com       www.cpaen.org

CUIDADO!.. EL EDULCORANTE TE PUEDE HACER ENGORDAR

Un estudio indica las razones por las cuales los endulzantes artificiales pueden causar el efecto contrario al esperado.

El doctor estadounidense Mark Hyman es una autoridad reconocida a nivel mundial en el campo de la medicina funcional, y es autor de un blog en el periódico online Huffington Post. Allí, Hyman explicó que los endulzantes artificiales pueden producir un efecto exactamente contrario al deseado: engordar a sus consumidores.

¿Cómo? Los edulcorantes son cientos de veces más dulces que el azúcar regular, por lo que el hábito de consumirlos activa -a nivel genético- una preferencia por el sabor dulce más que por cualquier otro sabor. Además, alteran el metabolismo: por un lado, le hacen creer a nuestro cuerpo que estamos consumiendo azúcar real, causando que produzca insulina (una hormona que es responsable del almacenamiento de grasa); y por el otro, provocan que la metabolización de sustancias se vuelva más lenta, quemando menos calorías cada día. Por último, estos endulzantes generan más apetito y un anhelo de consumir más azúcar y carbohidratos con almidón, como el pan y la pasta. Todo un peligro para la figura.

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ALIMENTOS QUE LOS NUTRIÓLOGOS "NO TOCAN"

Las sustancias químicas adicionadas en los alimentos procesados, hoy en día se consideran responsables de enfermedades como el cáncer, mutaciones genéticas, alergias y un sinfín de alteraciones graves en la salud. Algunos de estos ingredientes son conservadores y agentes sintéticos, maquillados con frases como "para prevenir", o "frescura añadida," o "para conservar el sabor" que vienen escritas en sus productos.

La nutriología es la especialidad médica que estudia la alimentación humana y su relación con los procesos químicos, biológicos y metabólicos, así como su relación con la composición corporal y estado de salud humana. El nutriólogo es médico y por tanto, puede medicar

El nutricionista se encarga de ayudar a las personas a tener una dieta saludable y a idear planes de alimentación para cada persona según el objetivo que cada uno tenga.

Según un estudio llamado “Overview of Food Ingredients, Additives & Colors” del International Food Information Council (IFIC) and U.S. Food and Drug Administration, actualmente hay más de 3.000 aditivos alimentarios añadidos en los alimentos de los Estados Unidos. A continuación algunos de ellos:

-Benzoato de sodio: una especie de sal blanca, brillante e inodora (con sabor), que está contenida en muchos alimentos de manera natural como las manzanas, arándanos y ciruelas. Es utilizado en forma masiva como producto químico añadido en pequeñas cantidades a los alimentos para preservarlos frescos. También se encuentra en casi todo los frascos y botellas, como aderezo para ensaladas, encurtidos, salsas, mayonesa y casi todas las bebidas gaseosas. Según el "Diccionario del consumidor de los aditivos alimentarios," Alimentos del Reino Unido Standards Agency, el benzoato de sodio puede causar alergias, asma, y ​​en raros casos shock anafiláctico.

-El glutamato monosódico: alimentos e ingredientes ricos en glutamato se emplean en muchas comidas y condimentos tradicionales tales como el jamón curado, el queso, la salsa de anchoas, salsas de tomate, Glasé de carne en los países occidentales, salsas de pescado y de soya en los países asiáticos. Según Leticia Huerta, nutrióloga de la revista del consumidor en México, el exceso en el consumo del glutamato monosódico, puede provocar retención de líquidos lo que a su vez puede causar hipertensión, así como el aumento de riesgo en el padecimiento de cálculos renales. Siempre que podamos evitar el consumo de productos procesados, industrializados y con aditivos, nuestra salud mejorará.

-Nitrato de sodio y Nitrito de sodio (nitrosaminas): su uso como aditivos conservadores, es hasta la actualidad imprescindible en la elaboración de derivados cárnicos, por su acción antimicrobiana bien por su efecto curante sobre este tipo de alimentos. Es una sal que se añade a las cosas como las salchichas, embutidos y tocino para aumentar la vida útil, color y sabor. Suele emplearse en combinación con otras sales, en las denominadas sales de curado: nitritos y nitratos de sodio y de potasio (E249). Según el comité conjunto de la FAO/OMS, la Ingesta Diaria Aceptable (IDA) de nitratos recomendada, es de 0- 3.7 mg/kg peso corporal y el empleo como aditivo en alimentos infantiles para niños menores de tres meses, no está permitido.

-Edulcorantes: los edulcorantes no calóricos, artificiales o naturales, son en este momento una de las áreas más dinámicas dentro del campo de los aditivos alimentarios, por la gran expansión que está experimentando actualmente el mercado de las bebidas light. El aspartamo, acesulfame K, sucralosa, sorbitol, Truvia y por supuesto, sacarina. Debido a su sabor dulce, engañan al cuerpo y producen adicción por largos periodos de tiempo. Un estudio reciente llamado “Direct and indirect cellular effects of aspartame on the brain” realizado en el European Journal of Clinical Nutrition, demostró que el exceso en la ingesta de aspartamo puede causar ciertos trastornos mentales, así como el aprendizaje comprometido y funcionamiento emocional.

-Colorantes artificiales: la posible relación entre el consumo de colorantes alimentarios artificiales presentes en postres, refrescos o bollería industrial y comportamientos hiperactivos y de déficit de atención en niños, es una cuestión no resuelta que aparece en el debate científico continuamente. Un estudio llamado “The effects of a double blind, placebo controlled, artificial food colourings and benzoate preservative challenge on hyperactivity in a general population sample of preschool children” realizado en University of Southampton, UK, concluyó que existe un efecto adverso de los colorantes artificiales y el conservante benzoato en el comportamiento de los niños de 3 años de edad.

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LOS RIESGOS ASOCIADOS A LOS ALIMENTOS

El consumo de alimentos es una actividad que realizamos varias veces al día, combinando diversos tipos de ellos con la finalidad de tener una dieta saludable. Sin embargo, este simple hábito conlleva riesgos, pues a veces nos encontramos con alimentos que presentan problemas para el ser humano que los ingiere.
Muchas enfermedades, algunas de ellas graves, como la hepatitis o la fiebre tifoidea, son originadas por la ingesta de comidas o de productos alimenticios contaminados o en malas condiciones. Las personas más susceptibles de contraer estas enfermedades son los niños, los adultos mayores, las embarazadas y aquellas personas que tienen un sistema inmune debilitado (por ejemplo, los pacientes hospitalizados).

Los alimentos que presentan algún grado de peligro para el consumo humano pueden clasificarse de la siguiente forma:
-Alimento contaminado es aquel alimento que presenta:

  • Microorganismos, virus y/o parásitos, sustancias extrañas de origen mineral, orgánico o biológico, sustancias radioactivas y/o sustancias tóxicas en cantidades superiores a las permitidas, o que se presuman nocivas para la salud.
  • Cualquier tipo de suciedad.
  • Aditivos no autorizados o en cantidades superiores a las permitidas.

-Alimento alterado es aquel que por causas naturales de índole física, química o biológica o por causas derivadas de tratamientos tecnológicos, ha sufrido modificación o deterioro en sus características organolépticas (los aspectos físicos que se pueden percibir a través de los órganos de los sentidos) en composición y/o su valor nutritivo.

-Alimento adulterado

  • Es aquel que por intervención del hombre ha experimentado cambios que modifican sus características o cualidades propias sin que se declaren expresamente en el rótulo, tales como:
  • La extracción parcial o total de cualquiera de los componentes del producto original.
  • La sustitución parcial o total de cualquiera de los componentes del producto original por otros inertes o extraños, incluida la adición de agua u otro material de relleno.
  • La mezcla, coloración, pulverización o encubrimiento, en tal forma que oculte su inferioridad o disminuya su pureza.

-Alimento falsificado es aquel que:

  • Se designe, rotule o expenda con nombre o calificativo que no corresponda a su origen, identidad, valor nutritivo o estimulante.
  • Cuyo envase, rótulo o anuncio, contenga cualquier diseño o declaración ambigua, falsa o que pueda inducir a error, respecto a los ingredientes que componen al alimento.

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LA LECHE A SALVO!!

Investigadores de la Universidad del Litoral, Argentina, estudiaron matrices lácteas para saber qué cantidades de plaguicidas contienen.

Si bien en los estudios realizados en leche en polvo se hallaron restos, los niveles están por debajo de cualquier reglamentación mundial, por lo que se consideran cantidades inocuas para los humanos.

Cuando los vacunos ingieren alimentos (pasturas, piensos), con ellos consumen también parte de los plaguicidas con los que se fumigan para evitar la proliferación de malezas o insectos. Una vez en el organismo de las vacas, se sabía que algunos químicos, catalogados como “polares” o “medianamente polares”, se excretaban por la orina, mientras que otros, los “no polares”, tendían a acumularse en la grasa animal. Sin embargo, reportes indican el hallazgo de residuos de los plaguicidas polares en la leche. De ahí el interés de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) por saber qué sucede en esta región, con el gran volumen de producción láctea que existe.

“Básicamente, queríamos saber qué consumen nuestros bebés y niños, que son la población más vulnerable a cualquier tóxico y que, además, tienen un alto consumo de leche”, explicó María Rosa Repetti, que trabaja en la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL.Los primeros estudios se realizaron en leche en polvo, donde hallaron restos de plaguicidas en valores muy inferiores a parámetros exigentes como los de la Comunidad Europea.

Según Repetti, la leche es una sustancia muy difícil de ser analizada debido a los lípidos que contiene, a los diferentes procesamientos que sufre y en fórmulas especiales al aporte de nutrientes provenientes de otros alimentos. “Sin embargo, realizando el estudio con metodologías e instrumental adecuados se pueden obtener resultados confiables”, aseveró.

El grupo de Repetti, que pertenece al Programa de Investigación y Análisis de Residuos y Contaminantes Químicos (Prinarc) de la FIQ, analizó leche en polvo para bebés, algo que hoy pueden realizar gracias al mejoramiento de la capacidad analítica de los instrumentos y de métodos que permiten determinar varias familias de compuestos a la vez. “Estudiamos si estaban presentes alguno de los compuestos químicos que más se usan en el país actualmente, como, por ejemplo, clorpirifós, endosulfán o atrazina”, enumeró.

Aunque la investigación se encuentra en pleno desarrollo, Repetti aseguró que pudieron encontrar restos de esos plaguicidas en leche en polvo, además de bifentrín y fenitrotión. “El próximo paso será trabajar con leche cruda y de góndola”, contó.

La investigadora manifestó además que en cada país existen límites máximos permitidos de residuos que pueden contener un alimento. “La Comunidad Europea tiene un parámetro distinto al de la Argentina, donde el Código Alimentario establece un listado de 70 compuestos con límites máximos de residuos para leche cruda. Sin embargo, no hay una regulación sobre alimentos para bebés y niños, sino sólo normas que se refieren a su composición y calidad nutricional, pero no a los límites máximos de residuos”, lamentó.

Las cantidades de químicos que se encuentran siempre están muy por debajo de los valores permitidos por el Código Alimentario Argentino. “Pero en la Comunidad Europea establecen un valor máximo de 10 nanogramos por gramo para todos los plaguicidas en todos los alimentos infantiles, con excepción de ciertos compuestos para los que establece límites más estrictos”, detalló.

De acuerdo con Repetti, en esos parámetros europeos se basaron para trabajar: “En la leche en polvo encontramos valores muy por debajo de esos límites, por eso podemos afirmar que lo hallado no sería perjudicial para la salud”, aseguró.

De todos modos, esta información, según Repetti, es el comienzo de un proceso que deberá permitirnos conocer fehacientemente qué es lo que sucede en los productos lácteos y prestar atención a los diversos grupos de plaguicidas, no sólo a los compuestos liposolubles . “Sería interesante que se incluyan exámenes que contemplen todos los agroquímicos usados actualmente”, culminó.

Fuente: Damian Morais. Columnista de El Agro y la huerta